miércoles, 12 de marzo de 2008

Espero que la última del Toreiro Templario... Esta vez de Javier Sierra a Alberto Granados


(Fotografía del Templario Sierra)

CRÓNICA DESDE EL TIEMPO DE LOS TOREIROS

Vive Dios que jamás ví una cosa semejante por las calles de mi añorada Teruel. Un caballero extranjero, de porte recio y gestos francos, se deslizó con bravura por la plaza que allí llaman del Torico, y entre la multitud su mirada buscó la del imponente astado que en ese momento señoreaba el lugar.
Quizá fueron sus botas de duende, o tal vez su capa flamígera con la cruz patada del Temple inscrita en vermellón, las que movieron al morlaco a buscar las carnes del valeroso doncel. Fue cosa de magia: de repente, las damiselas Carmen Porter y Eva Pastor, y el caballero Jiménez junto a quien esto escribe, nos vimos arrojados al siglo de los trobadores.
El hechizo truncó incluso nuestros hábitos de parlamentar, pero nos dio la oportunidad
de presenciar el prodigio del que todos hablan. Y así de traspuestos nos hemos quedado todos: los susodichos, con la testuz atolondrada por los cantares de gesta de otro tiempo; y el caballero Granados, ese héroe capaz de encarar lo mismo a un dragón que a un becerro ensogado, con el peso de su hazaña clavada en sus espaldas por los siglos de los siglos.
En adelante, esa plaza del Torico tendrá un secreto sobrenombre: plaza-del-torico-al-que-plantó-cara-el-toreiro-templairo. ¿O deberíamos decir "torazo"?
En cuanto al galicismo templairo, no es sino un misterio más a añadir al mito. ¡Salve Granados!

JAVIER DE LA SIERRA, 1265 d.C.

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